

Como muchos de los rezos y cantos eclesiásticos, la Salve Regina oración, es dedicada por completo a la Madre de Jesús, nuestra reina y protectora Virgen María, a quien los profetas y los ángeles la proclamaron como Reina de la paz, a quien con amor fervor en nuestros corazones, le saludamos y honramos como Reina de la humanidad.
Es por ella que oramos, para que su intercesión nos proteja a nosotros y a todas las personas del odio y la discordia, enfocando nuestros corazones hacia los caminos de paz y justicia que su amado Hijo enseñó y ejemplificó.
A través de esta oración pedimos su cuidado maternal y para que nuestro Santo Padre quien trabaja para reconciliar a las naciones en paz, buscamos su guía para nuestro mandatario y otros líderes mientras luchan por la paz mundial.
Salve Regina Oración.
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La oración Salve Regina se considera como gloriosa para que reine la paz, brindando una paz armónica en nuestros corazones, en nuestras familias y concordia en todo el mundo, debido a que es nuestra Madre inmaculada, como patrona de nuestro amado mundo, quien cuida de nosotros y nos protege con su amor maternal.
Debemos recordar que tanto Jesús como María, nunca se supieron de alguien que huyó a su protección, implorando su ayuda o buscando su intercesión, fue dejado sin la gracia de su amor, es por ello que inspirados con esta confianza, nos dirigimos a ustedes, por ellos venimos y delante de ellos nos colocamos, pecadores y tristes.
Le saludamos, a Santa María, hija de Dios Padre, y le rogamos que nos obtengas una devoción como la tuya para la más dulce voluntad de Dios, asi como también saludamos a Jesucristo y le rogamos que nos tengas en unión con el Sagrado Corazón de Dios, para que nuestros propios corazones puedan arder con el amor de Dios Padre, dentro del ardiente celo por la Salvación de nuestras Almas.
Salve Regina es la oración principal a la Santísima Virgen, quien fue agradable al Señor y se convirtió en su Madre, inmaculada en cuerpo y espíritu, en fe y en amor, mirando con amabilidad a los desgraciados que imploraron su poderoso patrocinio.
Dejando atrás a la serpiente malvada, contra quien fue lanzada la primera maldición, que continúa atacando ferozmente y atrapando a los infelices hijos de Eva, es entonces cuando María se convierte en Madre Santísima, nuestra reina y defensora, desde el primer instante de su concepción aplastó la cabeza del enemigo.
Es ella quien recibe las oraciones que, unidas consigo en nuestro único corazón, le suplicamos que haga una presentación ante el trono de Dios, para que nunca podamos caer en las trampas que se nos presentan y que todos podamos llegar al puerto de la salvación, entre tantos peligros, para que la Iglesia y la sociedad cristiana canten alto una vez más el himno de la liberación, el de la victoria y de la paz.